Todo comienza hoy... hace tiempo quería comenzar algo donde pudiera descargar las cosas que veo día a día, algo así como una columna de un diario, pero editada por mi mismo, sin el tijereteo de las buenas palabras y la linea editorial de turno. La cruda realidad vista por mis ojos y bajo la lupa de mi criterio y todo mio (egocéntrico, sí puede ser). Algún tema en particular será descrito y descargado por mi, tal vez no todos los días pero sí cuando la necesidad ya tenga cara de hereje.

Daremos el puntapié inicial hoy hablando sobre la lluvia, algo tan cotidiano que para nosotros los penquistas resulta común en invierno, para otros, tales como mis amigos de Santiago, es algo completamente noticioso y rimbombante tanto así que hacen cuentas regresivas y apuestan en TV dónde y a qué hora caerá la primera gota. Yo estoy acostumbrado a que en invierno en Concepción llueve y uno se moja. Eso viene de la temprana edad escolar, donde la sabiduría popular decía que al colegio no era "cool" llevar paraguas, uno porque molestaba y lo otro porque en Talcahuano no llueve de arriba para abajo, llueve casi siempre de lado por el viento que hay, a lo cual el paraguas no sirve de mucho y se terminaba dando vuelta (con las consiguientes burlas de los compañeros).Las peleas con mi madre eran monumentales para que yo llevara el paraguas al colegio, para evitarlas salía de la casa llevándolo en la mano, pero lo dejaba escondido en la entrada del portón del garage. Ahí uno se da cuenta que cuando chico, se toman malas decisiones.... ¡¡qué mejor que llegar seco al colegio !! Ya cuando uno es papá, se da cuenta de la razón que tienen los padres, pero estoy consciente que tendré las mismas peleas con mis hijas y ellas a mi misma edad de hoy (veintitrece años) se darán cuenta que el papá, o la mamá, tenían razón.
Hoy jueves 30 de julio de 2015 llueve a la antigua como dirían mis papás... de arriba para abajo, sin viento y eso hace que la ciudad de Concepción, donde me encanta vivir, se vea maravillosa. Desde el 5º piso de mi pega veo el campanil de mi Alma Mater a lo lejos y la gente que no corre porque está lloviendo, porque estamos acostumbrados. Con o sin paraguas, con o sin impermeable, la lluvia a mi gusto se disfruta y por lo que veo desde mi ventana, muchas personas piensan igual que yo y caminan por la calle relajadamente.
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